Inscripciones de los neoyorquinos en los bancos de Central Park
Por el solo hecho de leer los periódicos, nos enteramos de que es costumbre usual, habitual e internacional conceder cien días de gracia a todos los gobernantes desde el día de la toma de posesión de su cargo hasta que aparezcan las saludables críticas a su gestión. Es de sentido común que en un espacio de tiempo inferior a este plazo es difícil ejercer una opinión objetiva sobre la gestión y el acierto o desacierto del poder ejercido.
Pero en toda regla hay alguna excepción y en el caso de Barack Obama no solo está siendo la excepción que confirma la regla, es además un caso único en los ataques recibidos ANTES de llegar al poder. Podría entenderse el empezar a sufrir críticas despiadadas antes de superar los famosos cien días ya que en ocasiones la incontinencia de ciertos personajes les impide efectuar un razonamiento cabal, pero lo que está ocurriendo con Obama supera cualquier límite entre lo que es normal y lo que es completamente anormal.
Hace apenas un mes el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en una rueda de prensa conjunta con el presidente ruso, Dmitri Medvédev en Moscú, declaro al preguntársele sobre el vencedor de las elecciones americanas: “¿Barack Obama? Es joven, guapo y está bronceado", frente a la definición que hizo del peor presidente de la historia USA, Bush: "un grandísimo presidente”.
Estos días hemos oído al ex presidente Aznar calificar ante la prensa la elección de Obama como "un exotismo histórico, un previsible desastre económico”
Dado que aún no es posible efectuar ninguna crítica hacia Obama por no ser aún Presidente USA se le ataca desde el flanco más ruin y bajo que se puede, por su raza. El primer ministro italiano y el ex Presidente del gobierno español demuestran su catadura moral investidos de salvadores de la raza, no sabemos aún de que raza ya que el aspecto de ambos deja mucho que desear.
Estas opiniones están en consonancia a las que un presentador de la Cadena Ultra de Radio Cope dijo del elegido Presidente USA y de su mujer, de quien dijo que le parecía una “arpía” y “una negra profesional”.
Todo ello viene del temor de la derecha más carca, neocon y antiliberal del hundimiento de los neocon USA, de su descredito y del seguro desplazamiento de su descredito a sus valedores en Europa.