divendres, 17 d’agost del 2007

NO FUTURE? OR YES?


Al fin empiezo las vacaciones, me gustaría que mi etapa de insatisfacción total sobre todo acabase pronto, pero mucho me temo que no será así y que mi convivencia –que no amargura, al menos permanente- con el desapego y discrepancia social seguirá y permanecerá junto a mi. La simple lectura de periódicos se transforma en un ejercicio sadomasoquista, lo mismo que la visión de las noticias en televisión o los pocos programas de debate político-social que se emiten en ella (las tertulias y pontificaciones radiofónicas ni por un instante sufrí el deseo de escucharlos).

El simple recuerdo de los hermanos Kacinsky en la retrograda y nacional católica Polonia (esperemos que por poco tiempo); personajes como Nicolás Sarkozy, que su pragmatismo exacerbado y omnipresencia esconde su real visión neocon del mundo; la falta de principios y el mercadeo de ideas de intelectuales franceses como André Gluksmann, Claude Lanzmann, Max Gallo, Eric Marty, Strauss-Kahn, Jack Lang y otros; personajes elegidos por votación popular como Berlusconi (hoy por suerte fuera del poder); decepciones como la pragmática Hilary Clinton; el Papa Benedetto y su antecesor Karol Wothila; y así una larga fila de siniestros personajes dirigentes, me impregnan de un fuerte desasosiego.

Los años neocon y de la extrema derecha religiosa, que sentaron las bases con Reagan, con Bush han llegado a su máximo grado de poder, sembrando una base de ideología fascista en amplias clases de la población, circunstancia fácil de observar en España, principalmente en la zona de Madrid, donde los nefastos ultras mediáticos provocan que la libertad de expresión de personas con opinión distinta se vea con dificultades.

La aparición del denostado Zapatero provocó en ellos un indisimulado revés, la salida de Irak, la legalización de las bodas homosexuales, la política de paz con ETA y la aplicación de políticas liberales y progresistas causaron en ellos un inesperado impedimento en la pretendida marcha hacia sus siniestros fines. El descalabro de la era Bush, con la reciente dimisión de Karl Rove (uno más que dimite), la salida de Blair y otros movimientos en el tablero político hacen que pueda existir cierta esperanza de un mundo mejor, pero la gestión mediática de los neocon, no nos engañemos, es muy superior a la de los liberal-progresistas (solo hay que ver como Zapatero gestiona mediaticamente sus logros y como gestiona la oposición sus fracasos). La incapacidad del poder político liberal-progresistas de venderse y globalizarse como han hecho los neocon y el poder económico, los cuales están consiguiendo imponerse como valor normativo frete a un liberal-progresismo incapaz de crear un contrapunto necesario.

Pero no hay mal que dure mil años y de todo se aprende, hasta del adversario.